Los siguientes son artículos del catálogo de la exposición Pedagogía Waldorf celebrada en el marco de la 44 conferencia sobre educación de la UNESCO, llevada a cabo del 3 al 8 de octubre de 1994 en Ginebra, Suiza.
Los sentimientos juegan un papel importante en nuestra vida, p.ej. la reverencia, la devoción, la compasión, la confianza, pero también la capacidad de experimentar la belleza.
El hombre puede diferenciar entre lo bueno y lo malo y puede desarrollar aquellas metas que se ha propuesto.
Precisamente a través de dichas capacidades se pone de manifiesto la personalidad humana. Antiguamente los niños aprendían estos aspectos de la vida humana a través de la religión y la cultura tradicional de su entorno.
Hoy somos testigos de cómo, casi en cualquier lugar del mundo, se produce el derrumbamiento de las relaciones y valores tradicionales. Ahora, más que nunca, la educación ha de cultivar conscientemente el desarrollo de estas capacidades primordiales del Hombre.
Existen contados momentos en la vida en los que el hombre se siente impresionado por algo superior a él.
En la contemplación del alba o la puesta del sol, en el nacimiento de un niño, cuando se adentra en una catedral o durante el encuentro con un hombre colmado de sabiduría. Estos momentos se diluyen con frecuencia en el torrente de la vida cotidiana, pero cuando volvemos la vista atrás los contemplamos como acontecimientos felices.
Los sentimientos que en tales momentos nos inundan poseen una cualidad especial. Son sentimientos de admiración, de respeto profundo ó de reverencia que nos abren la puerta hacia aquello que el hombre percibe como divino.
En el transcurso de la vida estos sentimientos se transforman construyendo la base de la capacidad de juicio.
El cultivo de tales sentimientos jugaba un papel central en aquellas sociedades tradicionales. A partir de ellos nacieron los movimientos religiosos, que aún hoy conocemos.
De una forma aún inconsciente se reconocía que cultivar esos sentimientos tenía un sentido profundo para el desarrollo humano.
El cultivo del ámbito religioso ha de encontrar un nuevo cauce en esta nuestra época de expansión de nuestra civilización moderna, predominantemente occidental, que hunde sus raíces en la ciencia materialista.
En la educación Waldorf se cuidan desde la más temprana infancia los sentimientos de admiración, de respeto profundo y veneración. El niño aprende a percibirse como una parte del universo, en el cual actúa la mano del Creador.
Aunque la Pedagogía Waldorf no es una educación religiosa, en el sentido de impartir una enseñanza basada en la concepción del mundo de una determinada Iglesia, Rudolf Steiner veía en el cultivo del sentimiento infantil de admiración la base para una relación religiosa libre del hombre en desarrollo con el mundo.
Es por ello que en las Escuelas Waldorf, aunque éstas no se hallan directamente relacionadas con una comunidad religiosa institutocionalizada, se aspira a desarrollar la devoción a lo divino.
Heinz Zimmermann/Jon McAlice
“Las ideas heterodoxas de Rudolf Steiner se enjuician de modo controvertido en el pensamiento actual, pero, con tanto stress en la vida moderna, el desarrollo emocional de los niños es tan importante como cualquier otro aspecto.”
Steve Smith, The Observer