Erase una vez cuando las palabras todavía podían crear existencia, en un bosque de otoño, terroso muy terroso, donde vivían dentro de un roble milenario una familia de gnomos, mamá gnoma era pintora y buscaba nuevos pigmentos continuamente entre las rocas y piedras preciosas que la rodeaban.
Papa gnomo siembre trabajaba en la mina que había a varios pies hacia el centro de la tierra, cerca muy cerca de su casa. Su trabajo consistía en extraer las nuevas pirámides surgidas en los grandes jacintos que había en la mina, con su pico y un ligero martillo, todas la mañana cuando el sol comenzaba a despuntar en el cielo, se introducía en la mina con su farol, con su mazo y con su pico. Escuchaba tranquilamente con mucha calma al jacinto para saber donde debía picar, liberar el cristal y permitir que la matriz se convirtiera en huella primero y en posibilidad después.
El ser del jacinto le susurraba donde necesitaba una pequeña rascadita, o una pequeña extracción para liberar la energía o incluso solamente unos golpecitos para ubicarse en su identidad.
Esta actividad constante del diligente gnomo le permitía al jacinto regresar al encuentro de la forma , sosteniéndose en ju eje.
Los dos hijos gemelos de los gnomos eran juguetones,muy juguetones, disfrutaban jugando al escondite entre las hojas, observando a los humanos que paseaban por el bosque, gastándoles pequeñas bromas, pero su juego preferido era tocar música, hacían percusión con los jacintos pequeñitos que su padre subía de la mina, los utilizaban de tambores, de xilófonos o de campanas para el placer de los animales que vivían en el bosque.
Mama gnomo pintaba siempre en colores tierra, cogía un poquito de amarillo de las pequeñas vetas de oxido de hierro que había en la mina donde trabajaba papa gnomo. El rojo carmín lo obtenía de las cochinillas y el azul del lapislázuli, juntaba estos tres colores y conseguía el negro más equilibrado que nunca hayáis visto. A partir de este negro que amorosamente contiene todas las posibilidades , la madre gnomo obtenía todos los tonos : dorados , grises, marrones, ocres, naranjas, violetas y verdes que utilizaba para sus hermosos cuadros que componía al atardecer cuando la luz se torna mágica.
Aconteció que llegó el otoño y con él el día de San Miguel, y los gnomos celebraron su llegada con una hermosa fiesta. Invitaron a todos los animales del bosque y a todos los seres de la naturaleza. Un fuerte viento otoñal comenzó a soplar cayendo todas las hojas de los árboles y formando una linda alfombra.
Mamá gnomo pintó un gran cuadro que sirvió de decoración para el escenario donde los gemelos, ofrecieron un lindo concierto.
Papá gnomo recogió setas, nueces y calabazas para preparar una deliciosa merienda.
Todos los habitantes del bosque asistieron, comieron y bailaron hasta que la luna dejo de iluminar y el rocío otoñal comenzó a caer.
Al día siguiente una fuerte lluvia cayó en el bosque, recordando a sus habitantes que debían retirarse a dormir, debajo del poncho seco y dorado de hojas de otoño. A esperar, a soñar con brotes, con la primavera , mientras un ángel de neblina les velará silencioso.
Encantador y sugestivo
Qué bonito Marisa, esta noche soñaré con esos gnomos seguro. Ya te contaré…
El placer de contactar con la naturaleza y sus ritmos y soñar con sus colores. Muy bonito!!!
Precioso
Muy lindo a la hora del despertar.
Muy bonito Marisa, da tranquilidad, como tú, un beso
Marisa, muchas gracias. En el tronco de árbol veo las caritas de los gnomos. Estarán felices de tu cuento sobre ellos. Como todos…
Como siempre inspirador y delicadamente profundo.
Gracias Marisa
Acabo de leer este cuento, que evoca en mi un profundo sentimiento de gratitud a una cualidad tan bella como la de poder escribir un cuento.Gracias por este regalazo