CÓMO LLEGARON LAS NARANJAS HASTA NOSOTROS
En un país muy muy lejano, había muchos árboles, y también en lo alto de una loma había un panal de abejas. Un día, que el sol se había despertado muy contento y brillaba más que ningún otro día, la abeja se fue volando y volaba y bailaba por los aires, hasta que de pronto se encontró con un árbol y pensó -Ahí voy a descansar un poquito –
Pero cual fue su sorpresa que al acercarse vio que del árbol colgaban flores como perlas, algunas empezaban a abrirse y de ellas emanaba un delicioso perfume.
La abejita muy curiosa quiso saber que era aquello que olía tan bien, así que metió su cabe-cita y descubrió un rico néctar de azahar.
Muy contenta se fue de vuelta a casa y contó a todas sus hermanas y compañeras lo que había descubierto, y les propuso que fueran al día siguiente.
Pasó la noche y cuando todas las abejas se despertaron, la abejita las llevó al lugar donde estaban aquellos árboles.
Esto son naranjos les dijo la Reina de las abejas que era la más sabia, y dentro de algún tiempo darán deliciosas naranjas.
A los pocos días la abeja que era muy inquieta, le dijo a la Reina de las abejas:
-Me gustaría conocer otros lugares y viajar por el mundo.
-Está bien – le dijo la Reina- pero que te acompañen tus hermanas.
Y así fue como se pusieron en marcha, pero antes les propuso la abejita:
-Vamos al huerto de naranjos y nos llevamos néctar para el largo viaje.
Llegaron al huerto de naranjos y llenaros sus saquitos y emprendieron el largo viaje.
Volaron y volaron durante varios días, por encima
del mar y las montañas, descubrieron hermosos paisajes.
De pronto en un campo vieron un arbolito que
estaba así como triste y desganado, se acercaron a él y le preguntaron cual era la razón de su pesar.
-Aquí me paso los días al sol y nunca pasa nada especial- les respondió.
La abejita sacó su saco de néctar de azahar y le invito a probar y las otras abejas, posadas cada una en una rama, ambién.
– De pronto el arbolito se sintió mucho mejor y más contento.
Cuando las abejas hubieron descansado siguieron su viaje, despidiéndose del árbol.
Al poco tiempo el arbolito empezó a sentirse inquieto, sentía que algo le estaba pasando y no sabía lo que era.
Pasaron los días y de pronto vio como entre sus hojas aparecían como perlas, por aquí y por allá y que tenían el mismo aroma que aquello que le habían ofrecido las abejas.
Pasaban los días y las perlas se transformaban en bolitas verdes como el jade y que cada día se hacían más grandes.
Y cual fue su sorpresa cuando vio que cada día un rayo de sol les daba un poco de su color, hasta que al fin se transformaban en hermosas y deliciosas naranjas.
Un día, unos niños se fueron de paseo y al rato de caminarles dio sed, pero no tenían agua para beber. Se acercaron al árbol y probaron aquellas redondas y brillantes naranjas que, para su sorpresa, les calmaban con gusto la sed.