Vivía una vez un hombre muy entregado a la reflexión sobre el mundo. Lo que más inquietaba su mente era conocer el origen del mal.
Pero no podía encontrar respuesta.
“El mundo es obra de Dios” –se decía- y Dios solo puede contener en si el bien.
¿Cómo es posible que del bien vengan hombres malos?
Siempre reflexionando, muy en vano. No podía lograr la respuesta.
Un buen día, ese cavilador en su camino divisó un árbol que dialogaba con un hacha.
Le dicho al árbol aquella hacha:
”Lo que tu no puedes hacer yo si lo puedo;
puedo cortarte, no así tú a mí.
Y el árbol respondió al hacha vanidosa:
“Hace un año, un hombre con otra hacha, tomó de mi cuerpo la madera del que confeccionó tu mango que dañarme puede.
El hombre cuando escuchó estas palabras plásmose en su alma un concepto no expresable claramente pero que sí era plena respuesta a la pregunta
¿Cómo el mal puede preceder del bien?
R. Steiner